Por: Vanessa Villegas
Solórzano
Cuando el entonces entrenador de la selección Colombia Hernán Darío Gómez se vio envuelto en un escándalo por golpear a una mujer, estas fueron las palabras que le escuchamos a la exsenadora y ahora aspirante a la gobernación de Antioquia Liliana Rendón en una entrevista con Yamid Amat: “Las mujeres no somos fáciles de manejar y lo digo con causa propia”, “nosotrOs fregamos mucho, nosotrOs somos muy necias… a veces provocamos reacciones no sólo en los hombres sino en las mismas mujeres”, “cuando nos queremos hacer las víctimas, lo hacemos perfectamente porque somos manipuladoras.”
Cuando el entonces entrenador de la selección Colombia Hernán Darío Gómez se vio envuelto en un escándalo por golpear a una mujer, estas fueron las palabras que le escuchamos a la exsenadora y ahora aspirante a la gobernación de Antioquia Liliana Rendón en una entrevista con Yamid Amat: “Las mujeres no somos fáciles de manejar y lo digo con causa propia”, “nosotrOs fregamos mucho, nosotrOs somos muy necias… a veces provocamos reacciones no sólo en los hombres sino en las mismas mujeres”, “cuando nos queremos hacer las víctimas, lo hacemos perfectamente porque somos manipuladoras.”
Por su parte, el
empresario Andrés Jaramillo, refiriéndose a una denuncia por supuesta violación
dentro del parqueadero de su afamado establecimiento comentó: “Llega vestida
con un sobretodo y debajo tiene una minifalda, pues a qué está jugando. Está
bien, eso es natural. Para que ella después de excomulgar todos los pecados con
el padre diga que la violaron”.
Varios meses después,
en un almuerzo en el que todas éramos mujeres, quedé sorprendida al escuchar que
algunas de las presentes sugirieron que la víctima ahí era Andrés, que toda esa
situación era una exageración, que esa mujer que denunció la violación estaba
borracha, que seguramente se arrepintió al otro día y por eso había armado el
escándalo.
La exclusión en el
lenguaje es una forma, pero no la única, de ejercer violencia en contra de
alguien. De hecho, borrar ciertas palabras del vocabulario, menospreciar e
invisibilizar las opiniones de otros parece ser una forma muy efectiva de
segregación. El género no se escapa de este problema y carga con el agravante
de que para quienes vivimos en la ciudad, esta situación se ha banalizado a tal
punto que ni siquiera somos capaces de entender de qué se trata. Esto, en buena
parte, se debe a que los medios de comunicación como fiel reflejo del país en
el que vivimos, no conocen los alcances de dejar de nombrar una cosa o de
cambiar una palabra por otra, y declaraciones como las anteriores se quedan en
la polémica del momento sin un análisis de fondo.
El cambio de
“conflicto armado“ y “guerra en Colombia” por “amenaza terrorista” que se dio
durante el gobierno de Uribe desató muchos debates entre historiadores y
académicos (Semana). No fue una casualidad, pues un simple giro en las palabras le
quitó connotaciones históricas a lo que vivimos en este país y empoderó al entonces
presidente y seguro senador de un discurso que desconocía los orígenes y causas
de los años de violencia que ha sufrido nuestro país. Como dice el artículo de
Semana: “En el plano jurídico, la consecuencia práctica de que no haya un
conflicto armado interno sino una amenaza terrorista es que dejaría de regir el
Protocolo II de Ginebra. Si no hay guerra sino la persecución de criminales, no
se aplicaría el Derecho Internacional Humanitario que la regula y que busca
humanizarla. Es decir, se diluye la obligación de respetarle la vida al enemigo
cuando se rinde, de proteger los bienes y la vida de los civiles, de respetar
las misiones médicas, de diferenciar entre civiles y combatientes. Esto último
significaría que el Estado no reconoce la distinción entre combatientes y
civiles y por esa vía podría ponerles a los ciudadanos mayores obligaciones
respecto de la política de seguridad democrática que a la postre los podría
convertir en objetivo militar.”
Un análisis
equivalente podría aplicarse a declaraciones como las de Liliana Rendón y Andrés
Jaramillo, sin embargo los medios de comunicación colombianos no consideran que
esto sea un tema prioritario y de hecho, lo aprovechan solo mientras genere
audiencia. Y la falta de análisis se hace evidente al escuchar la opinión de
las personas comunes y corrientes pues, a pesar de los escándalos mediáticos,
lo que predominan son reacciones simples y sin argumentos, como lo demuestra la
apreciación de algunas de las mujeres presentes en el mencionado almuerzo.
Gracias a la forma en que estos temas son tratados y a la falta de claridad
sobre sus consecuencias, son muchas las mujeres que pierden la perspectiva del
alcance de esas declaraciones, que a la larga, nos afectan a todas por igual.
¡Al hablar de una mujer, está hablando de cualquier mujer y esa podría ser yo!
A la hora de votar nos
hace falta pensar justamente, en quienes han estado marginados en el lenguaje y
en el discurso. Las mujeres debemos pensar no solo desde la perspectiva
personal, sino desde la de todas aquellas que no han tenido las mismas
oportunidades que nosotras para que, más temprano que tarde, declaraciones como
las de Liliana Rendón o Andrés Jaramillo no sean el pan de cada día.
Si las personas que
nos sentimos aludidas o rechazamos declaraciones como las citadas, usáramos el malestar que nos producen tales afirmaciones como un
primer filtro para escoger candidatos al senado y cámara, pensar en un congreso
decente podría llegar a ser real. Y si esta información la hiláramos con
declaraciones excluyentes, sexistas y discriminatorias de aspirantes al
congreso como Roberto Gerlein, María Fernanda Cabal y José Obdulio Gaviria, por
nombrar solo a algunos, el panorama de quién debe llegar a las cámaras se hace
cada vez más claro y distinto.
Es obvio que este
filtro no evita que candidatos como los nombrados arriba alcancen los votos
necesarios para obtener su curul, pero sí podría hacer que algunos indecisos
voten por aspirantes con una hoja de vida limpia y responsable para que puedan
darle voz a los excluidos y en esa medida, que aquellos sin lugar en el
lenguaje, logren un espacio en nuestra sociedad.
Ahora que las
encuestas parecen tener más claro cuál es el panorama electoral, debemos
aprovechar la información de portales que como las2Orillas, La Silla Vacía, Semana y Congreso Visible o sugerencias como las de Catalina Ruiz-Navarro, Florence Thomas y Ricardo Silva Romero, quienes ya han señalado sus preferidos.
Antes de que sea
demasiado tarde, propongo el ejercicio de revisar las listas al congreso bajo
la siguiente suposición solo para evaluar si el resultado coincide con su
elección particular.
Cómo votaría a senado
y cámara si usted
es mujer
es mujer
es mujer afro
es mujer cabeza de
familia
es mujer indígena
es mujer desplazada
es mujer que usa el
transporte público
es parte de una
minoría
es feminista
cree en las libertades
sexuales y reproductivas
defiende el matrimonio
igualitario
ha sido víctima de la
violencia
hace parte de la
comunidad LGTBI
se ha sentido excluida
o excluido.
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