Por: Vanessa
Villegas Solórzano
“Según
las historias contadas, yo debería ser 100% blanco. Pero no lo soy. Mi rostro
es, digamos, el rostro común de un peruano. Un rostro que habla de un innegable
proceso de mestizaje, del que nunca se habló en casa. Y si algo tan evidente
como mi rostro no era cierto, ¿qué de las historias de familia?” Javier
Lizarzaburu
Para todos
parece ser obvio que, en cuestiones científicas, si obtenemos el mismo
resultado a partir de diversas pruebas, la conclusión tiene que ser verdadera,
o al menos eso es lo que nos enseñan. Ensayo, prueba y error son las bases de
la experimentación científica que busca corroborar hipótesis para convertirlas
en tesis sólidas, irrefutables y ante todo, verdaderas.
Junto con la
cultura y las creencias religiosas, las ciencias son el pilar de lo que
pensamos. La evidencia científica comprende una buena parte de lo que somos, de
lo que hacemos, pues ella es el soporte del pensamiento occidental. La otra
cara de estos tres pilares es que, ciencia, cultura y creencias religiosas
también son agentes poderosos que permiten movilizar masivamente a las personas
hacia un objetivo. Solo hace falta hablar de epidemias y ataques biológicos
para que los ciudadanos reaccionemos en bloque hacia una dirección específica
en busca de protección.
En los
estudios genéticos que pretenden ayudarnos a entender quiénes somos, se suman
los tres pilares de construcción de identidad antes mencionados, todos con un
papel protagónico: los datos científicos llegan a comprobar lo que nos han
contado las familias acerca del lugar de dónde venimos y quiénes han sido
nuestros antepasados. De ahí que tenga tanto eco cada vez que uno de estos
experimentos cuestiona nuestro origen, porque pone en tela de juicio la
definición personal que tenemos y hemos construido ante el mundo.
Fechado el 9
de febrero de 2014, el periódico El Tiempo de Bogotá publicó “Los antioqueños, con genética europea”* una investigación que llega a la conclusión, como su
título lo sugiere, de que el componente genético europeo de los antioqueños es
superior al de otras poblaciones colombianas.
El estudio, nuevamente, hace parte de los resultados del Consorcio para el
Análisis de la Diversidad y Evolución de Latinoamérica CANDELA y lo realizó el
grupo de genética molecular de la Universidad de Antioquia GENMOL, a cargo de
Gabriel Bedoya, como lo cita el artículo. Hace varios años en 2006, el
periódico antioqueño El Colombiano ya había publicado un estudio titulado "Los antioqueños son europeos en un 80%" que estuvo colgado en Wikipedia como lo mencioné en un artículo anterior (Pura sangre)
con las mismas fuentes (GENMOL y CANDELA). Sin embargo, el propósito de las
investigaciones no queda del todo claro.
En la página
en la que se describe el objetivo del proyecto CANDELA se puede leer: “En otras
palabras, intentamos explorar las complejas relaciones entre factores sociales
y biológicos que conforman nuestras ideas acerca de la identidad étnica y la
“raza”, examinando detenidamente las motivaciones de la investigación
biológica en poblaciones Latinoamericanas” . Y
en la página que corresponde al grupo GENMOL de la U. de A. se puede leer la
siguiente descripción: “En este proyecto proponemos crear una Red Internacional
enfocada al estudio multidisciplinario de la evolución de las poblaciones
latinoamericanas. Planeamos evaluar estadísticamente la relación entre las
estimaciones genéticas de ancestría individual, fenotipos “raciales” y
actitudes relacionadas a la identidad “racial”… Este trabajo aportará datos
únicos sobre el mestizaje, la percepción pública de “raza” y “ancestría” y
sobre la genética de la apariencia física humana.”
En ambos casos la palabra raza, que parece ser determinante en la investigación, no está definida y deja a los lectores como yo con un interrogante aún mayor: ¿Cuál es la identidad racial de los antioqueños y en qué se diferencia con su “percepción pública de raza”? ¿Para qué les sirve? ¿Qué significa, para el caso de los antioqueños, ser más europeos? Y, ¿qué se busca con estos resultados? ¿A quién benefician? ¿Qué pretenden hacer con los resultados obtenidos? Qué significado tiene la palabra raza en la antropología actual, y más allá de la antropología, qué significa esta palabra para los genetistas, en particular para quienes están participando de estas investigaciones. ¿Qué objetivo persiguen al publicar una noticia como esta en un periódico de circulación nacional?
Los
Estatutos de limpieza de sangre se crearon durante la Inquisición como un
mecanismo de discriminación legal hacia las minorías españolas conversas. Esta
institución española medieval se transformó una vez llegó al continente
americano, dejándonos como herencia la necesidad de demostrar nuestro origen
español para acceder a las posiciones de poder de la administración pública que
eran reservadas para quienes pudieran demostrar sangre española, como lo señala
el escritor peruano Javier Lizarzaburu en su trabajo ¿Quién diablos soy?.
Allí, el escritor, quien también se sometió a una prueba genética invitado por
la revista National Geographic, escribió un diario en la página web de BBC
Mundo mientras esperaba el resultado de los exámenes genéticos que pretendían
identificar no solo sus orígenes, sino las posibles migraciones y mestizajes de
generaciones anteriores a él. Resulta emocionante leer cada una de las trece
entregas del peruano, en las que las preguntas sobre su origen se van
transformando a medida que se acercan los días para la entrega del resultado
genético.
Lizarzaburu,
como se puede leer en la cita inicial de este artículo, encuentra un vacío entre la
historia de su familia y su propia apariencia física. Como ocurrió en su caso,
parecería suficiente con salir a las calles de Medellín o a cualquiera de los
pueblos de Antioquia, encontrarse con la diversidad de colores y formas de la
gente para darnos cuenta de que los antioqueños somos una mezcla de razas, sin
embargo, los estudios de GENMOL Y CANDELA que cuentan con el respaldo del
University College of London, por segunda vez dan una prueba científica de que
lo que vemos es distinto a lo que somos.
Curioso que
en época preelectoral, con pocas mujeres en las listas a senado y cámara
(La Silla Vacía), con
delfines y herederos políticos en campaña, con un expresidente encabezando una
lista al senado, esta investigación esté circulando de nuevo como si estuviéramos
en épocas coloniales y ellos tuvieran que demostrar que hay hombres más aptos
para gobernar a otros y esos hombres son de origen europeo, científicamente
comprobado. Cabe preguntarse respecto a estos estudios de “europeidad”
antioqueña si estamos hablando de la ciencia de la raza o la raza de la ciencia
y si en Antioquia, como lo pregunta Pascual Gaviria en su artículo "Encuestas paisas", las conclusiones científicas las sacan "un buen grupo de antioqueños, con verdades para el papel carbón y mentiras de entrevista de trabajo”.
*NOTA: a la hora de subir esta columna,
el título del artículo de El Tiempo ya había sido modificado, así como su
contenido, sin embargo, todavía se puede ver cuál fue la titulación original en
el permalink.
No hay comentarios:
Publicar un comentario