miércoles, 12 de febrero de 2014

La raza de la ciencia



Por: Vanessa Villegas Solórzano

“Según las historias contadas, yo debería ser 100% blanco. Pero no lo soy. Mi rostro es, digamos, el rostro común de un peruano. Un rostro que habla de un innegable proceso de mestizaje, del que nunca se habló en casa. Y si algo tan evidente como mi rostro no era cierto, ¿qué de las historias de familia?”  Javier Lizarzaburu

Para todos parece ser obvio que, en cuestiones científicas, si obtenemos el mismo resultado a partir de diversas pruebas, la conclusión tiene que ser verdadera, o al menos eso es lo que nos enseñan. Ensayo, prueba y error son las bases de la experimentación científica que busca corroborar hipótesis para convertirlas en tesis sólidas, irrefutables y ante todo, verdaderas.

Junto con la cultura y las creencias religiosas, las ciencias son el pilar de lo que pensamos. La evidencia científica comprende una buena parte de lo que somos, de lo que hacemos, pues ella es el soporte del pensamiento occidental. La otra cara de estos tres pilares es que, ciencia, cultura y creencias religiosas también son agentes poderosos que permiten movilizar masivamente a las personas hacia un objetivo. Solo hace falta hablar de epidemias y ataques biológicos para que los ciudadanos reaccionemos en bloque hacia una dirección específica en busca de protección.

En los estudios genéticos que pretenden ayudarnos a entender quiénes somos, se suman los tres pilares de construcción de identidad antes mencionados, todos con un papel protagónico: los datos científicos llegan a comprobar lo que nos han contado las familias acerca del lugar de dónde venimos y quiénes han sido nuestros antepasados. De ahí que tenga tanto eco cada vez que uno de estos experimentos cuestiona nuestro origen, porque pone en tela de juicio la definición personal que tenemos y hemos construido ante el mundo.

Fechado el 9 de febrero de 2014, el periódico El Tiempo de Bogotá publicó “Los antioqueños, con genética europea”* una investigación que llega a la conclusión, como su título lo sugiere, de que el componente genético europeo de los antioqueños es superior al de otras poblaciones colombianas. El estudio, nuevamente, hace parte de los resultados del Consorcio para el Análisis de la Diversidad y Evolución de Latinoamérica CANDELA y lo realizó el grupo de genética molecular de la Universidad de Antioquia GENMOL, a cargo de Gabriel Bedoya, como lo cita el artículo. Hace varios años en 2006, el periódico antioqueño El Colombiano ya había publicado un estudio titulado "Los antioqueños son europeos en un 80%" que estuvo colgado en Wikipedia como lo mencioné en un artículo anterior (Pura sangre) con las mismas fuentes (GENMOL y CANDELA). Sin embargo, el propósito de las investigaciones no queda del todo claro. 

En la página en la que se describe el objetivo del proyecto CANDELA se puede leer: “En otras palabras, intentamos explorar las complejas relaciones entre factores sociales y biológicos que conforman nuestras ideas acerca de la identidad étnica y la “raza”, examinando detenidamente las  motivaciones de la investigación biológica en poblaciones Latinoamericanas” . Y en la página que corresponde al grupo GENMOL de la U. de A. se puede leer la siguiente descripción: “En este proyecto proponemos crear una Red Internacional enfocada al estudio multidisciplinario de la evolución de las poblaciones latinoamericanas. Planeamos evaluar estadísticamente la relación entre las estimaciones genéticas de ancestría individual, fenotipos “raciales” y actitudes relacionadas a la identidad “racial”… Este trabajo aportará datos únicos sobre el mestizaje, la percepción pública de “raza” y “ancestría” y sobre la genética de la apariencia física humana.” 

En ambos casos la palabra raza, que parece ser determinante en la investigación, no está definida y deja a los lectores como yo con un interrogante aún mayor: ¿Cuál es la identidad racial de los antioqueños y en qué se diferencia con su “percepción pública de raza”? ¿Para qué les sirve? ¿Qué significa, para el caso de los antioqueños, ser más europeos? Y, ¿qué se busca con estos resultados? ¿A quién benefician? ¿Qué pretenden hacer con los resultados obtenidos? Qué significado tiene la palabra raza en la antropología actual, y más allá de la antropología, qué significa esta palabra para los genetistas, en particular para quienes están participando de estas investigaciones. ¿Qué objetivo persiguen al publicar una noticia como esta en un periódico de circulación nacional?

Los Estatutos de limpieza de sangre se crearon durante la Inquisición como un mecanismo de discriminación legal hacia las minorías españolas conversas. Esta institución española medieval se transformó una vez llegó al continente americano, dejándonos como herencia la necesidad de demostrar nuestro origen español para acceder a las posiciones de poder de la administración pública que eran reservadas para quienes pudieran demostrar sangre española, como lo señala el escritor peruano Javier Lizarzaburu en su trabajo ¿Quién diablos soy?. Allí, el escritor, quien también se sometió a una prueba genética invitado por la revista National Geographic, escribió un diario en la página web de BBC Mundo mientras esperaba el resultado de los exámenes genéticos que pretendían identificar no solo sus orígenes, sino las posibles migraciones y mestizajes de generaciones anteriores a él. Resulta emocionante leer cada una de las trece entregas del peruano, en las que las preguntas sobre su origen se van transformando a medida que se acercan los días para la entrega del resultado genético.

Lizarzaburu, como se puede leer en la cita inicial de este artículo, encuentra un vacío entre la historia de su familia y su propia apariencia física. Como ocurrió en su caso, parecería suficiente con salir a las calles de Medellín o a cualquiera de los pueblos de Antioquia, encontrarse con la diversidad de colores y formas de la gente para darnos cuenta de que los antioqueños somos una mezcla de razas, sin embargo, los estudios de GENMOL Y CANDELA que cuentan con el respaldo del University College of London, por segunda vez dan una prueba científica de que lo que vemos es distinto a lo que somos.

Curioso que en época preelectoral, con pocas mujeres en las listas a senado y cámara (La Silla Vacía), con delfines y herederos políticos en campaña, con un expresidente encabezando una lista al senado, esta investigación esté circulando de nuevo como si estuviéramos en épocas coloniales y ellos tuvieran que demostrar que hay hombres más aptos para gobernar a otros y esos hombres son de origen europeo, científicamente comprobado. Cabe preguntarse respecto a estos estudios de “europeidad” antioqueña si estamos hablando de la ciencia de la raza o la raza de la ciencia y si en Antioquia, como lo pregunta Pascual Gaviria en su artículo "Encuestas paisas", las conclusiones científicas las sacan "un buen grupo de antioqueños, con verdades para el papel carbón y mentiras de entrevista de trabajo”.

*NOTA: a la hora de subir esta columna, el título del artículo de El Tiempo ya había sido modificado, así como su contenido, sin embargo, todavía se puede ver cuál fue la titulación original en el permalink.

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